Para mí, abrir nuevas vías, es la esencia de la escalada. En estas rutas desconocidas te enfrentas a retos constantemente. Avanzas por caminos nunca antes recorridos. Que te exigen esforzarte física y psicológicamente.
Cada día me cautiva más este tipo de escalada. Está llena del espíritu mismo de la aventura que me atrae hacia lo desconocido. Me gusta el sonido del arnés cargado de material, pidiendo guerra y esos largos pateos para llegar a zonas vírgenes que aún quedan por descubrir.
A veces me imagino viviendo en la época en la que escalar era eso, solo eso. Ese ansia por conquistar y recorrer nuevas vías y cimas impresionantes. Cuando no había itinerarios, ni autopistas marcas y los alpinistas valientes y atrevidos soñaban líneas y las hacían realidad. Cuando la escalada clásica y artificial era el recurso para conseguir los sueños y los objetivos. Y el valor de la experiencia primaba por encima de todo. Me imagino a estos héroes conquistando poco a poco imposibles y me emociono.
Sea como sea, me encanta cargarme de hierros y buscar aventuras. Estas nuevas aperturas, estas nuevas vías, han sido escaladas con la ética clásica que más me motiva personalmente. Mínimos anclajes expansivos, en emplazamientos donde son necesarios. Y si es posible pasar sin ellos, usar solo material flotante, dejando el mínimo rastro posible. Así también la aventura estará más abierta para los que vengan después a repetirlas. Que espero que seáis muchos.
Me gusta disfrutar del sorprendente camino y de la confianza que me llena y que me hace superar tramos que a priori me parecen impenetrables. A la vez, siento el miedo y la duda de no saber si los cantos donde apoyo las manos o los pies aguantaran mi peso, ya que nunca antes habían sido tocados. Adoro la incertidumbre de no saber si en la próxima secuencia habrá buenos agarres o de si podré proteger. Si el friend que aquí va perfecto lo necesitaré más arriba y debería reservarlo. Si debería hacer unos pasos más hasta el siguiente tramo, esperando que la roca me ofrezca fisuras, agujeros, arboles, o lo que sea donde protegerme.
A veces siento que la roca se va transformando para mí, y me abre sus puertas y sus secretos. Haciéndome vibrar cuando lo desea y dándome respiro cuando me ve muy apurada. Es como ir formando un puzle, donde las piezas son las justas y encajan perfectamente en sus lugares correspondientes. Es una escalada diferente, donde mi cabeza va a mil y debo tener muchas cosas en cuenta. Que las cuerdas rocen lo menos posible, alargar los seguros, decidir hacia qué lado ir… Me ofrece la libertad de ir navegando sin brújula, como a mí me gusta.
Hasta que te das cuenta de que llevas un buen tramo de escalada y que deberías empezar a buscar un lugar cómodo para montar reunión. Y ahí la creatividad se vuelve loca de contenta. Tienes mucho menos material en el arnés, ya que lo has ido dejando en el largo como seguro. Así que te enfrentas al mayor reto, con ese material y los recursos que tengas, debes montar una reunión a prueba de bombas para asegurar a tu compañero. Me parece un arte crear esas triangulaciones, hasta dar con la reunión perfecta. Por mi mente aparecen miles de posibilidades y voy eligiendo, descartando y creando mi propia reunión. Es alucinante ver como en un mismo lugar, diferentes personas, en distintas épocas, inventaremos muy diversas combinaciones para montar una misma reunión. A parte de todo esto, los procesos mentales tienen que ser rápidos, porque cuando te enfrentas a grandes paredes, la eficacia y la velocidad son imprescindibles.
Este cumulo de factores que hay que valorar, sentir, experimentar y poner en práctica, me apasiona. Y descubrir por el camino roca esplendida con tramos clásicos desconocidos y hermosos, me alegra el corazón.
Esta semana Santa la he pasado con el equipo extremeño de alpinismo escalando en Alicante. Concretamente, en la zona de Cabeço D’or, un lugar mágico lleno de rutas aún por descubrir. Hemos repetido vías preciosas y hemos abierto dos nuevas rutas muy recomendables:
“Apretty woman” 140m, 6c+/A1, La Pared de las Antenas, Cabeço Dór, Alicante.
“Con tacto sangriento” 255m, 6c, La Pared de las Antenas, Cabeço D,or, Alicante.
«En ellas he navegado por esa delgada línea».
«Fuera de mi zona de confort, enfrentándome a mis miedos y a lo desconocido».