«En tu blog dices que soñabas con ser alpinista antes de saber lo que significaba la palabra…
Cuando tenía tres años les decía a mis padres que de mayor quería ser alpinista y actriz. No sé dónde vi a alguien escalando, supongo que en algún programa de televisión. En mi familia no hay tradición de montaña, incluso mi madre tiene vértigo. Pero yo siempre que iba a mi pueblo en la sierra norte de Madrid y pasaba por el Pico de la Miel (La Cabrera) le decía a mis padres que de mayor lo escalaría. La primera vez que llegue a su cumbre fue muy emocionante. Me impresionó más que otras cimas posteriores. Para mí era la culminación de un sueño de la infancia».
«¿Qué recuerdos te quedan del Pilar?
Los momentos previos de preparación, los nervios, las ganas…el apoyo de los amigos.
La primera noche en la hamaca de pared, riéndonos, cantando, disfrutando.
Durante la vía, la escalada nocturna, para mí, fue lo más intenso. Estuve escalando hasta las 3.00 de la mañana para llegar a la R8. Y esa noche que pasamos colgadas del arnés fue muy dura.
El sufrimiento de los largos de libre de salida a cumbre con el lastre de la mochila y sin agua.
La fiesta en la cumbre, cuando Miguel Molina y Fernando Calvo nos trajeron agua y bebidas. Y disfrutamos de una puesta de sol que jamás olvidaré.
El abrazo de cima que nos dimos Vicky y yo, lleno de emoción, alegría y amor.
Cuando nos sacaron el libro de piadas en refugio para que dejásemos constancia de nuestra gesta.
En definitiva, esos sentimientos puros e intensos que solo se experimentan en la montaña».