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Durante tres años las seis mujeres que formaron el Equipo Femenino de Alpinismo FEDME (Federación Española de Montaña) se estuvieron preparando para alcanzar el máximo nivel  como alpinistas. En el siguiente vídeo Fátima Gil  y  Vicky Vega  nos explican algunos de los momentos más emocionantes de estos años.

Esta entrevista me hace revivir momentos muy intensos, algunos duros, muchos bellos, otros divertidos. Tres años muy bien vividos. Un placer poder contribuir a que se conozcan los objetivos de los Equipos de Alpinismo para que perduren en el tiempo y puedan disfrutarlo las futuras generaciones de alpinistas. Como digo en el vídeo, me parece una oportunidad buenísima para crecer en todos los sentidos, tanto a nivel personal como deportivo. Os animo a tod@s a intentarlo.

Mientras veo el vídeo y recuerdo estos años, me vienen a la cabeza muchos momentos. Las 24 horas en la Aguile de la Republique con Ruth, la noche de vivac con Vicky colgadas del arnés en el Pilar del Cantábrico, los días de relax fisureando al sol con Fiona e Inés en Valle di Orco, la sonrisa perenne de Marc, las risas y confesiones con Esther en cualquier parte, la Esfinge y sus ochocientos metros de pared a semejante altitud, haciendo y siendo un equipo. Recuerdo todo esto y mucho más, que se quedará en mi para siempre.

Lo mejor de todo, haber compartido tantos ratos hermosos con estas chicas guerreras de ayer y de hoy. Unidas por una pasión común: subir montañas. La atracción por la roca, la nieve, el hielo…los elementos en todas sus formas y colores. Los viajes, la gente, las diferentes culturas. Por descubrir el mundo y auto descubrirnos en el proceso.

Siempre me emocionaré recordando el brocken spectre del Torreón de los Alpes; o como el viento nos arrastraba por los Estanis de la Carros de Foc, solo teníamos que abrir las alas y dejarnos llevar por su fuerza; el vacío bajo mis pies en los acantilados de Gales escalando limpiamente como a mi me gusta y con mujeres de todo el mundo. Se me empañan los ojos sintiendo el frío desgarrador y el calor de la amistad de Vicky para compensarlo, a casi 6000m, en la ante cima del Tocllaraju.»

Y rápidamente recuerdo que llevaba un pequeño cuaderno de cuero a la expedición de Perú donde escribía mis emociones.  Lo busco entre mis cosas y lo termino encontrando entre guías, mapas y libros de rebuffat. Decido abrirlo y empiezo a leer:

-«Después de días de viaje, entre taxis, aviones, combis…empezamos a andar en una dirección, con un objetivo común, la montaña bella, el Alpamayo. Cargamos los burros y vamos como queremos. Es una experiencia con matices nuevos, la altitud y sus diferentes caras. El camino verde, lleno de ganado, me recuerda a la aproximación de mi amado Picu Urriellu. Pero aquí hay más color. Perú es un país encantador, sus gentes risueñas vestidas de colores vivos. Los niños que nos dicen «hola» a cada paso del camino. La mujeres recias tejiendo con lanas de sus alpacas recuerdos andinos. Sus ojos rasgados y profundos llenos de honestidad, de tierra, de montañas altas, de quechua. Hemos aprendido a decir cosas importantes: «Nagamuna nagayasa» (Te quiero) y «Shumaj Nawiki» (lindos ojos).

Hemos llegado al campo base del Alpamayo. Y me recibe un águila andina, la veo muy cerca, frente a mi. Es el símbolo de la libertad y la gloria. Y así me siento yo, aquí, en esta tierra salvaje y bella a rabiar. Pasaremos en este campamento seis días contemplando estos bellos nevados, deseándolos y añorando escalarlos. Los andes, que cordillera tan hermosa. Blanca, como nata montada se eleva altiva ante mi el Alpamayo. Me siento bien entre sus faldas y su visión me excita y me da fuerzas.

Los días aquí son muy tranquilos. sólo nos preocupamos de andar, aclimatar, montar tiendas, portear, comer y beber bien. Y sobre todo soñar en voz alta con las altas cumbres que nos rodean. El equipo funciona bien y hay un ambiente muy bueno. Hacemos Yoga al pie de las montañas, reímos, jugamos, leemos y compartimos. Hace sol y me calienta el alma y el corazón.  Sólo se oye el ruido del agua corriendo por el riachuelo que nos trae el agua del deshielo al campo base. Podría adaptarme a esta vida sencilla». 

Cierro el cuaderno, y lo abro en otra página al azar:

«Sólo sé que luchamos hasta el final de nuestras fuerzas y resistencia. En el día más recio que hemos vivido en la montaña. Y lo más importante: «volvimos como amigas»

Creo que no hay mejor frase para cerrar estos tres años de amistad y compañerismo. Gracias a la Federación Española, gracias Marc Subirana por confiar en mi, gracias a mis compañeras de equipo por todo lo que hemos aprendido juntas.

Y en especial, a mi compi Vicky Vega, porque sin ti nada de esto habría sido posible, gracias por convencerme de presentarnos juntas a las pruebas y por apuntarte a un bombardeo! Te quiero amiga

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